En la profundidad de una mina mexicana se conservan formaciones minerales de 200 millones de años de antigüedad.
Por Rubén Antonio López, Querétaro (México)
Naica, un pequeño poblado minero con apenas 5,000 habitantes, se localiza en el Municipio de Saucillo en el Estado de Chihuahua, México. La vocación minera de este pequeño poblado data desde 1800.
Ahí, el Grupo Peñoles se ha convertido desde 1952 en el principal productor de plomo y cinc en el país, con una producción anual de 760.000 toneladas, dando empleo directo a 450 personas.
Pero no es por eso que se le conoce a este apacible poblado norteño. En abril del año 2000, haciendo excavaciones a 300 metros de profundidad, los hermanos Eloy y Javier Delgado encontraron lo que los expertos creen son los cristales más grandes del mundo. En su momento, Javier Delgado declaró a la prensa: “lo que vi me dejó anonadado, era como la luz que se refleja en un espejo quebrado. Los cristales translúcidos yacen uno encima de otro, como si los rayos de luz tomaran repentinamente forma en peso y sustancia”.
Se trata de formaciones naturales de dimensiones extraordinarias nunca antes vistas, cuyos cristales de selenita –yeso- llegan a medir hasta 15 metros de largo y 2 de espesor, con un peso promedio de 55 toneladas, convirtiéndola por los expertos en “La Capilla Sixtina” de la cristalografía. Se calcula que tienen más de 200 millones de años de antigüedad Son tres las cavidades descubiertas: “El Ojo de la Reina”, “La Cueva de las Espadas” y la extraordinaria “Cueva de los Cristales”. Con una temperatura promedio de 50º C. y una humedad de casi 100%, es imposible permanecer en ellas por más de una hora. Incluso han visitado el lugar científicos de la NASA para simular condiciones extremas de supervivencia en otros mundos.
Origen hidrotermal
El Ing. Manuel Aboytes, geólogo experto explica: “los macro-cristales se formaron bajo el agua a unos dos mil metros de profundidad, en un punto donde el agua termal profunda a 52º C saturada de sulfuros entró en contacto con aguas meteóricas frías y ricas en oxígeno, que se infiltraban por escurrimiento natural a través de fallas y fracturas, disolviendo las calizas y generando huecos. La circulación combinada de agua del acuífero con diferente temperatura agrandó tales huecos creando un ambiente propicio para la pérdida de presión y temperatura de las soluciones hidrotermales y originando la precipitación de minerales y el crecimiento de los cristales”.
Es ahora responsabilidad del gobierno y la compañía minera preservar este maravilloso atractivo turístico que a la naturaleza le ha llevado siglos, tejiendo pacientemente las formas armónicas.
MPA