Son al menos cinco proyectos mineros en Bolivia que, pese a su millonaria inversión, permanecen inconclusos, no funcionan a su capacidad, o hasta el momento no se pudieron concretar pese a la apremiante necesidad para el país, señala el especialista en temas mineros del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), Alfredo Zaconeta.
Zaconeta explicó que en la última década se han planteado diferentes obras, con el objetivo de solucionar las limitaciones de la minería estatal, “pero muchas de ellas pese a concretarse, no ingresaron en funcionamiento y otros funcionan de forma parcial”.
Los proyectos
El proyecto Lucianita, de la empresa minera Huanuni, con una inversión de US$50 millones fue inaugurado el 5 de febrero de 2015 para tratar 3.000 toneladas de mineral al día, pero hasta la fecha no funciona por falta de carga, agua, dique y reservas probadas.
Otro caso es el horno Ausmelt de la empresa metalúrgica Vinto, que fue inaugurado en 2015 con una inversión de US$39 millones y diseñado para tratar 18.000 toneladas de mineral.
La producción en 2017 solo llegó a 12.692 Toneladas Métricas Finas (TMF), “muy lejos de las 18.000 TMF planteadas”, refirió Zaconeta.
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Otra compañía con funcionamiento parcial es la hidrometalúrgica de Coro Coro, que reinició actividades en 2009, con una capacidad para tratar hasta 3.000 TMF/año de cobre. La producción de cobre de Coro Coro el 2017 fue de 1.769 TMF.
“La producción nacional de cobre el año 2017 fue de 7.129 TMF, entonces cabe hacer notar que hay negligencia en hacer cumplir el artículo 173, numeral I de la Ley Minera (535) referida a la obligación de venta que señala: ‘Los actores productivos mineros y las comercializadoras ofrecerán obligatoriamente en venta sus minerales y concentrados de mineral, primero a fundiciones o refinerías estatales y luego a las privadas en el territorio nacional…”, señaló el especialista.
Karachipampa es otro proyecto que, pese a las múltiples inversiones realizadas, “hasta el momento no encuentra una solución técnica para poner en marcha esta fundición de plomo y plata. La última vez que se encendió el horno fue en 2015 y en noviembre de ese año se produjo una explosión”.
Sobre las refinerías de zinc, Zaconeta agregó que cuatro fueron los intentos y cuatro los fracasos para poner en marcha estos proyectos. “A lo largo de su historia, Bolivia ha sido considerada como país estañífero; sin embargo, ahora somos un productor masivo de zinc”, apuntó.
En el año 2017 se produjo 503.675 (TMF) de zinc y se exportó 471.923 (TMF) por un valor de US$1.351 millones. Hasta el momento el zinc no es refinado en el país por falta de fundiciones o refinadoras.
Fuente: Página Siete